La madurez sensible (Miguel Á. Bernao Burrieza/Editorial Seleer)

La dimensión consciente de la mente es cautivadora y arrebatadamente mágica. Sus límites no tienen contornos. El conocimiento de su pragmatismo lingüístico y expresivo, cohabita con el manso refugio, donde a modo de recuerdos y sueños presentes, se guardan las emociones y los sentimientos. El hombre madura preguntas que, el mismo desconoce haberlas creado, pero hábilmente dispone el orden incorrecto del protocolo y, transgrede la sencillez de lo habitual y lo humanamente cotidiano. Preguntas y contradicciones, reflexiones e interpretaciones, "La madurez sensible" nos envuelve en un torbellino de emociones que siempre caminaran a la par de nuestra vida y nuestra impredecible existencia en este mundo. La virtud del hombre es conocerse y a la vez, madurar sensiblemente con los designios del destino, cohabitando en el mismo plano emocional. Entender la peculiaridad de nuestras emociones, es signo evidente de progreso en el tránsito de nuestras propias decisiones y actos en la vida, por ello el plano emocional siempre caminará paralelamente al plano racional, pero nunca llegarán a estrecharse, ni tan siquiera limitar e impedir el avance constante de sus acertadas o equivocadas decisiones.
"La madurez sensible", plantea la vida desde la perspectiva de la lucha constante entre razón y corazón, ambigüedad y certeza, educación y dedicación, pasión desmedida junto con reflexiones que, nos trasladan al puro misterio de nuestra esencia como seres humanos. ¿Estas dispuesto a recorrer el camino conmigo?